Violencias machistas digitales: basta
Con motivo del 25N, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, ponemos el foco en un tipo de violencia machista que desgraciadamente aumenta cada vez más y afecta a mujeres de cualquier edad y condición: las violencias digitales. La vulneración de la intimidad en dispositivos móviles, el anonimato y la capacidad de viralización de las redes sociales y la proliferación de contenido falso generado por inteligencia artificial son algunos de los factores que hacen del ciberacoso un problema de primer orden.
La violencia machista con componente digital no tiene raíces diferentes a las violencias machistas existentes antes de la llegada de internet, pero los canales a través de los cuales se puede ejercer la facilitan y la amplifican.
Los patrones de violencia basados en actitudes machistas y sexistas se trasladan al entorno digital en forma de situaciones específicas de acoso, abuso y agresión, tanto sexual como psicológico, aprovechando la inmediatez y la ubicuidad, lo que las hace especialmente graves y a menudo más difíciles de detectar.
Estas violencias tienen impactos profundos en la salud mental, la seguridad, la reputación, la vida profesional y el ejercicio de derechos como la libertad de expresión y la participación pública. Las formas más comunes incluyen insultos, acceso no consentido a cuentas, manipulación de datos, acoso, seguimiento digital y amenazas.
Las ciberviolencias a menudo se combinan con violencia física o psicológica, y la falta de pruebas, el anonimato del agresor y la desconfianza institucional dificultan su denuncia.
Ante este tipo de agresiones, como ante cualquier forma de violencia machista, cuentas con servicios especializados con recursos y equipos profesionales que pueden ayudarte a identificar una situación de violencia y a hacerle frente con apoyo y acompañamiento.
Formas de violencias machistas digitales
Estos son algunos ejemplos concretos de cómo se pueden manifestar las violencias machistas digitales:
- El acceso o control no autorizado de los dispositivos o de las cuentas de las mujeres.
- La manipulación, la divulgación no consentida o el desprestigio de las imágenes o las grabaciones de mujeres en las redes sociales, en internet o en los medios de comunicación; también hay que tener en cuenta el universo de la inteligencia artificial y las imágenes falsas de mujeres y menores de cariz machista.
- La suplantación o el robo de identidad.
- Los insultos, el acoso, la extorsión, las amenazas o la explotación sexual de la imagen de las mujeres.
- Los ataques o pirateo de cuentas de activistas o webs feministas y la emisión de discursos de odio con respecto a estos temas.
El ciberacoso en datos
En el ámbito europeo y estatal, el 11 % de las mujeres y niñas en la Unión Europea han sufrido ciberacoso (FRA, 2014), y, en España, el 15,2 % de mujeres mayores de 16 años han recibido mensajes obscenos o amenazadores (Macroencuesta de violencia contra la mujer, 2019).
Según el estudio “Las ciberviolencias machistas” (Antígona – UAB y Donestech, 2019), en Cataluña el 88 % de las mujeres encuestadas no denunciaron las ciberviolencias sufridas.
Además, la Encuesta de violencias machistas de Cataluña, elaborada por la Generalitat de Catalunya, recoge datos como estos:
- El 28 % de las mujeres catalanas han sufrido violencia digital por parte de parejas o exparejas.
- El 90 % de los casos de violencia en el ámbito sexoafectivo incluyen alguna forma de agresión virtual.
- El 80 % de las jóvenes han sufrido agresiones en las redes sociales, y más de la mitad han visto cómo se compartían fotos suyas sin consentimiento.
Según datos municipales, el 56,8 % de las mujeres que viven en Barcelona han sufrido acoso y agresiones sexuales en el ámbito social y familiar desde los 15 años, y de estas mujeres, el 26,4 % han sufrido ciberacoso.
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